Cuando pasamos los llamados “terribles tres” de Juan Andrés sentí un alivio, hasta que llegados los 4 y los 5 me di cuenta de que no es cuestión de una sola etapa; de lo contario existirían también los terribles 31 en mi caso. Sin embargo, y a pesar de conocer que es un proceso normal, en algunas situaciones no sabía cómo manejarlo. Asistí a muchos talleres y charlas acerca de disciplina, estrategias para llevar una pataleta o corregir ciertos comportamientos. Muchas veces esa teoría era difícil de llevar a la práctica; no, no porque no sirva o sea imposible sino porque cada niño es un mundo, un universo diferente y nosotros como padres tenemos la tarea de descubrir.
¿Cómo descubrí el lenguaje del amor de mi hijo?
Siempre que Juan Andrés tenía una pataleta buscaba el contacto físico a través de un abrazo. Para mi era un poco difícil de entender, porque ya saben ustedes que en este maravilloso mundo de ser padres el corazón y la cabeza entran en conflicto y sin mentirnos, llevar una pataleta es difícil porque no sabes si las acciones que estás tomando son correctas o erradas, así que me di a la tarea de tomar aquellas herramientas que había aprendido en talleres o en libros, pero sin que fueran ellas las que mandaran la parada en los sentimientos de mi hijo.
Entendí que uno de los lenguajes del amor de Juan, era el contacto, era su forma de decir “No sé qué siento, acompáñame”. Ahí empezamos un proceso juntos. Entendí además que sus otros lenguajes eran pasar tiempo de calidad con mamá, sin interrupciones; las muestras de cariño a través de los detalles simples, como notas o dibujos de amor. Les mentiría si les digo que todo es color de rosa, pero el entender el universo de mi hijo me permitió ir mucho más allá de lo que nos indican que debe ser el rol de padres. Claro que tenemos momentos de desacuerdos; de inconformidades, pero entender cómo se siente amado mi hijo me ayuda no solo a anticipar ciertas reacciones o pensamientos sino también cómo solucionarlos.
Mi invitación es a que exploremos un poco más el corazón y las necesidades de nuestros hijos. No existen padres perfectos, porque sería una mentira de mi parte afírmalo, pero sé que soy la mamá que mi hijo necesita y que desde el amor podemos solucionar muchas cosas. Prueba preguntándole a tu hijo cómo se siente amado y que espera de su mamá o papá cuando está en momentos de crisis. Pregúntate: Si pasarás por una situación de crisis ¿Cómo te gustaría ser tratado o escuchado?
Siempre nos dicen que debemos ponernos en los zapatos del otro y esta es una maravillosa oportunidad para hacerlo con ellos. Todos los días aprendemos algo nuevo y que maravilloso sería aprenderlo también gracias a ellos.