Estamos hechos de lo básico, de palabras, buenos modales y sentimientos. Estamos hechos de nuestros padres, vecinos y amigos.
De los que alguna vez nos trataron con amor pero también de los que nos hirieron sin explicación.
De los que nos pegaron o los que mejor, nos guiaron.
De los que nos enamoraron o incluso de los que alguna vez nos engañaron.
Estamos hechos de cómo nos hablaron, o las veces que nos lo explicaron.
Estamos hechos de la mano que nos dieron, o la vez que nos ignoraron.
De los que nos dieron las gracias, nos brindaron sonrisa y los que nos mostraron bondad.
Reconozco a los pacientes, a los compasivos y a todos los que fuimos libros en blanco. Reconozco y sé que ninguno eligió ser como es, porque todos somos los pedacitos de otros. Sé que dejamos de ser un alma cuando muchas personas fueron metiendo partecitas de actos y palabras en nuestro ser.
Pero acepto y sé aún más, que mis hijos serán de adolescentes y adultos lo que los haga hoy yo. Serán de los te amo, de las conversaciones cariñosas, de respetar sus tiempos, de las miradas sinceras, de ponerme a su tamaño, de respetar su intimidad, de acompañarlos en sus angustias y sobre todo, mis hijos serán del amor.
El amor es básico, porque es universal. No necesita subtítulos ni mayores explicaciones. El amor acompaña, guía y repara.
El amor da paz y la paz hace el mundo.