Nuestros hijos siguen nuestros pasos, si deseas que tu hijo se ame a sí mismo, debes primero amarte a ti mismo. ¡El amor propio lo es todo!
Este es el mes de la mujer y no necesitas esperar que alguien te lo celebre, puedes hacerlo tu misma regalándote un momento especial, reconociendo ese gran trabajo que haces y lo valiosa que eres.
Ritual de amor propio para mamá
Vas a necesitar
* Una vela del color que desees, te recomiendo color rosa que representa la autoestima.
– Aceite esencial, aceite para masaje o crema corporal
* Blog de notas y lapicero
– Una Play list de música relajante
* Celular en modo avión
Instrucciones para el ritual de amor propio
1. Date un baño de agua tibia y ponte la pijama mas linda que tengas.
2. Enciende la velita mientras visualizas alguna situación, pensamiento u emoción que te gustaría soltar, imagina como esa luz va transmutando eso que te esta afectando en algo positivo, observa como desaparece.
3. Enciende la música y hazte un masaje en los pies mientras les agradeces por todo lo que has avanzado, por todos los caminos que has recorrido. En este momento recuerda algo maravilloso que has logrado.
4. Toma tu blog de notas y escribe todas las razones por las que estas agradecida de ser tu misma, esta se llama “la lista de agradecimientos del ser”. Por ejemplo: “estoy agradecida por ser amorosa, responsable, hago reír a mi hijo, etc.” ¿Qué cualidades agradeces de ti? Reconócelo y anótalo.
5. Pon la lista en tu mesa de noche y tenla siempre a la mano. Te servirá para recordarte lo fabulosa que eres y lo mucho que te quieres (cuando lo olvidas).
Estos espacios en los que nos nutrimos emocionalmente son importantes para drenar sentimientos de rabia, tristeza, frustración y cansancio que vamos a cumulando en el día a día. Cuando no nos permitimos tener estos momentos de conexión, normalmente terminamos explotando con los que más queremos.
Si dedicas un tiempo para soltar emociones negativas y recargarte con pensamientos positivos, la probabilidad de que reacciones con tus hijos será mínima. Porque no podemos amar ni cuidar a nadie si no nos amamos a nosotras primero.