Conquistado el embarazo, el parto y los primeros días de vida de un bebé, los papás nos preguntamos por el sueño de nuestros hijos.
Comer, estar en actividad y dormir son los tres ciclos que repetimos los seres humanos de manera cotidiana, pero ¿cómo enseñarle a un niño a transitar por esos ciclos e incorporarlos en su sistema en desarrollo? Los científicos tendrán varias explicaciones evolutivas, neurológicas y sociales. Yo, como mamá (no científica), encontré 4 claves para hacer del sueño una habilidad y un placer familiar.
1. Rutinas diurnas que desarrollen rutinas nocturnas:
Distribuir las actividades del día, organizar horarios y planear la logística del hogar, son algunas habilidades que desarrollamos con maestría los papás. Y es que las rutinas son tan necesarias como las normas, pues las necesitamos para disminuir la ansiedad de un bebé que no comprende el universo adulto, y para armonizar las dinámicas familiares que se parecen al caos cuando hay bebés rondando la escena.
Entonces cuando un niño sabe lo que sigue después de levantarse, y especialmente cuando los papás lo sabemos, el cuerpo también va adaptando el famoso reloj biológico. Si la mayoría de las tardes, la familia come, se pone pijamas, baja el volumen de las actividades, lava dientes y lee cuentos antes de apagar luces y despedirse del día; el niño comprenderá que cuando se vaya el sol, es momento de replicar esa secuencia de actividades y que ya casi dormirá. Aseguro que algo pasa en el cerebro, pero reitero que, como mamá, comprobé que algo pasa en la conducta cuando las actividades son consistentes.
2. Disponer el ambiente:
Los entornos determinan las conductas. Un salón lleno de juguetes no es un espacio indicado para la quietud y la calma, y una habitación con ruidos y colores no es el mejor escenario para aprender a dormir. Por eso, es súper recomendable que el espacio de la cama sea como un templo de descanso, en el que sin caer en excesos de no poder hablar o seguir la dinámica familiar normal, el niño se sienta invitado a descansar.
Pocos objetos distractores, lencería e implementos cómodos, luz tenue e incluso algún aroma relajante como la lavanda, podrían ayudar a la asociación de ese espacio con el acto de dormir.
3. Actividad en la justa medida:
Las mamás creemos que antes de dormir, debemos cansar a los niños para que duerman más y mejor. Falso. Conciliar el sueño en medio de la fatiga es una de las principales causas de insomnio, y pasa igual con los niños. Así que procuremos que los niños tengan suficiente di
versión y actividad durante el día, también que se alimenten lo suficientemente bien y a medida que va terminando el día, podemos ir bajando revoluciones para que, al momento de dormir, el sistema en general no esté sobre-estimulado.
4. Respeto por el proceso:
La mayoría de las habilidades se aprenden practicándolas. Entonces no presionemos a ese niño de un año y medio porque pide compañía de sus papás para dormir, o no forcemos a esa niña de 4 años que necesita una cobijita específica para conciliar el sueño. Todos hemos aprendido a montar en bicicleta o a leer a través de diferentes procesos, ¿y si acompañamos el sueño con el mismo entusiasmo que acompañamos el aprendizaje de la bicicleta? Paciencia y respeto por el proceso, no conozco ninguna persona de 20 años que necesite que su mamá esté cerca para poderse quedar dormida.
Si desde los primeros meses nos hacemos conscientes de la importancia del sueño y vamos habituándonos a preparar el cuerpo, a respetar los procesos evolutivos y a disfrutar los momentos de vigilia sin sobrecargar de estrés la hora de dormir, les aseguro que llegará el mágico momento en que un niño dice “hasta mañana mamá” y concilia el sueño en la intimidad de su habitación.
Comments
1 comentarioPESADILLAS Y TERRORES NOCTURNOS – Blog OFFCORSS
Sep 23, 2021[…] Implementar una rutina para ir a dormir […]