JUGAR ES APRENDER A ESPERAR, A CONTROLARSE, A MIRAR, A VER, A OÍR, ES LENGUAJE, ES CREAR, ES INVENTAR, ES BUSCAR SOLUCIONES, ES CONCLUIR…
A los seres humanos de todas las edades nos gusta jugar. Jugamos no sólo porque es divertido, sino que es la actividad que permite el desarrollo sano y seguro de bebés, niños, adolescentes y adultos.
El juego es un espacio, alegre, mágico, de aprendizaje, de desarrollo y sobretodo de felicidad.
El ser humano juega en todas las etapas de su vida. Empieza en el útero de la madre, donde nada y se mueve en el líquido amniótico. El bebé crece y se desarrolla con los ritmos del cuerpo de la madre y vibra con la voz de su mamá. Esta clase de juego es importante porque se conoce como el apego, la base del vínculo afectivo.
Después del nacimiento y durante toda su vida, el niño sigue jugando. Con juegos y actividades aptas para la edad y el desarrollo de cada uno. El arrullo, los masajes, el baño, la succión de leche y las miradas, son la forma como estos bebés juegan y se estimulan. Es la forma como reciben cariño, amor y seguridad.
Por medio del juego y a medida que siguen creciendo se facilita el desarrollo motriz (grueso y fino), social, intelectual, de lenguaje. Pilares que se evidencian en una sesión de estimulación. Cuando se juega con muñecas se desarrolla la autonomía y aprenden las partes del cuerpo. Cuando se juega con pelotas, aros, y con el gimnasio, se estimula el crecimiento y se aprende las nociones de adelante y atrás, rápido y despacio, arriba y abajo. Cuando se juega con plastilina, pintura, se desarrolla el lado artístico, las destrezas manuales y les enseña a valorar la creación humana. Jugando con otros niños se favorece el lenguaje, a seguir ordenes, a respetar los turnos y a compartir.
El juego es una forma de explorar y conocer el mundo. Si se juega con agua aprenden que algunos objetos flotan y que el agua puede tener diferentes temperaturas. Las texturas, por medio del tacto, ayudan a conocer las diferentes sensaciones como ásperas, suaves, lisas, corrugado y relieve. El juego de roles ayuda a desarrollar la personalidad de los niños, a conocer los oficios y a respetar a las personas. La lectura enseña a concretar ideas, a mejorar el lenguaje y a ampliar el vocabulario.
Desde el nacimiento hasta la edad adulta se le debe dar al juego el valor y la importancia que se merece. Jugando se aprende a respetar el cuerpo, permite el desarrollo adecuadamente y se convierte en una persona segura de sí misma.
Así se concluye que se debe jugar desde que se es un embrión hasta edad adulta. Los primeros años son fundamentales porque es por medio del juego como se crea el apego, se conoce y se explora el mundo. La mejor forma de desarrollo es jugando con los papás y preferiblemente en clases de estimulación donde cada actividad es un juego con un objetivo claro, conciso y preciso.