Durante mi etapa como madre y tal vez desde poco antes, he escuchado a muchos padres decir la siguiente frase: “procuraré darles todo lo que yo no tuve” y es algo que no es reprochable. Está bien que luchemos por darles a nuestros hijos todo lo que este a nuestro alcance, pero cuantas veces hemos visto en la calle niños de tan corta edad (2,3,4 años) haciendo shows a sus padres para que les den lo que piden, lo cual es una etapa normal a estas edades, pero está en nosotros permitir que se salgan con la suya o dejar claro un límite de querer y poder.
Sophie (2 años y medio) ha tenido esos episodios que, para todos los padres, son bastante incómodos en lugares públicos como centros comerciales, parques o incluso en reuniones sociales. Con Sophie me estrené como madre y a veces siento que no sé cómo reaccionar a varias circunstancias, pero algo me enseñaron mis padres a los cuales hoy les agradezco con toda mi alma haberme puesto esos límites, aprendí que así tengas o no tengas la posibilidad de adquirir o comprar algo que tu hijo quiere ¡NO SIEMPRE DEBES DECIR SÍ! Decir siempre si es mal acostumbrar a nuestros pequeños a que siempre obtendran lo que quieran a como dé lugar, con pataletas o sin pataletas y esto generará a corto, mediano y largo plazo una actitud rebelde de nuestros hijos y sé que ningún padre o madre quiere que esto suceda con sus hijos.
Como les contaba Sophie a su corta edad ha tenido estos episodios y como madre primeriza he reaccionado de muchas maneras, acceder y darle lo que pide por darle gusto y por evitar o terminar una pataleta en público, le he hablado muy calmadamente pero también he explotado alzando mi voz y diciéndole que basta, pero también la he ignorado en sus momentos de paraleta y cuando le pasa este episodio en seguida charlo con ella y le explico que no se puede siempre obtener lo que se quiere, ¿y saben?, con la última me ha ido de maravilla, mi esposo también ha pasado por estos episodios con Sophie, pero nos hemos dado cuenta que nada ganamos con gritarle, con incomodarnos más o peor aún con darle lo que quiere siempre.
Por eso hoy quiero darles unos tips para que podamos juntos aprender a encontrar la salida a estas situaciones tan bochornosas:
PREMIAR:
Intentemos que siempre que les regalemos algo a nuestros hijos por insignificante o por muy ostentoso que sea, les diremos que lo están obteniendo por su buen comportamiento en casa, en el jardín o en el colegio; por compartir con otros niños o por calmarse después del llanto. Es bueno que desde pequeños vayan teniendo motivaciones para ser mejores cada día y poner de su parte para vivir en armonía.
DIALOGAR O NEGOCEAR:
Cuando ellos quieran algo y te lo pidan, ya sea de buena o mala manera, habla con ellos calmadamente así estén quebrantados en llanto y queramos alzar la voz, hablar calmadamente siempre será la mejor manera de hacernos entender y será el camino correcto para que ellos también se calmen, puedes negocear con ellos, me explico, si te están pidiendo un dulce puedes comprarlo y decirle te lo doy hasta que te comas todo tu almuerzo o cena.
ESTABLECER LÍMITES:
Hay momentos donde es necesario alzar un poco nuestra voz y mostrar nuestro enojo con nuestros hijos, anteriormente les decía que dialogar de la manera mas calmada siempre será la mejor salida a estas situaciones, sin embargo hay situaciones que pasan el límite del respeto, en las cuales nuestros hijos nos golpean, gritan o aruñan al no darles lo que quieren, en estos momentos es donde debemos dejar claro quien tiene autoridad y que hay que respetar a los padres siempre y cuando en el momento en que ya estén calmados tanto los niños como nosotros, debemos dialogar sobre esa situación tan acalorada y bochornosa así ellos sabran que fue lo que hicieron para causar nuestro enojo.
IGNORAR:
Este método me ha funcionado con Sophie que a tan corta edad me ha llorado y pataleado por dulces y por subirse a juegos cuando sencillamente no es el momento para hacerlo. Primero me hala, al ver que no voy se desploma en llanto y a veces hasta puede que se siente en el piso a seguir llorando y no lo niego me ha dado pena con la gente en lugares públicos, pero he aplicado la estrategia de ignorarla y seguir mi camino, ella se calma, se limpia sus lágrimas y continúa caminando en silencio haciendo pucheros, en ese momento me detengo y le explico por qué razón no compré el dulce o no entramos a los juegos y dependiendo de su reacción entro a negocear con ella.
Sé que el amor por nuestros hijos es infinito, que siempre queremos darles todo, pero también debemos ser consientes de que estamos a tiempo de corregir un error que más adelante puede ser un enorme problema en nuestros hijos adolescentes.