Siempre me pregunté si el amor que sienten los papás por cada hijo es igual o distinto y mi mamá me decía que sí era el mismo… Pero ya que soy mamá de dos puedo responder la pregunta diciendo que NO es el mismo amor para uno y para otro.
Desde el embarazo son amores distintos: el embarazo del primero es víctima de los más excesivos cuidados, en el del segundo uno olvida echarse la crema para las estrías y puede llegar tarde a las ecografías, como también tomarse un vino para acompañar la comida.
El amor por el primero, es un amor lleno de sorpresas, de inauguraciones pero también de miedos. El primero siempre te sorprende con sus ocurrencias, tiene encima el plus de haberte hecho mamá, es siempre inteligente y alegre, pero no tan cariñosa.Y miro a la pequeña y me sorprendo por su tamañito que ya había olvidado y descubro que el amor por el segundo es un amor sin miedo, un amor que me deja terminar de lavarme los dientes si ella llora en la mitad y a la vez un amor que me da permiso de cargarla y cargarla hasta que físicamente me agote porque ya sé que el amor en exceso no daña a nadie y por más contemplaciones que les hagamos a los hijos, ellos solos llegan y muy rápido deciden que ya no quieren que los abracemos tanto, que los besemos tanto y evaden las caricias cuando quieren.El amor por el primero es lleno de egoísmo, de no querer que nadie más que uno sea quien vean cuando abren los ojos; el amor por el segundo es compartido con todos los que nos rodean, permitiendo que los escasos instantes a solas que tenemos con ellos sean instantes de un desbordante amor.El primero será protagonista siempre, el segundo estará silencioso aprendiendo de su hermano sin tener la necesidad de sobresalir. El segundo inspirará mucha más ternura por su indefensión. El primero estará siempre más lleno de reglas y será esclavo del ensayo-error al que estamos condenados como padres. El segundo recibirá una educación más depurada según lo que falló en el primero. El primero tendrá más fotos y ropa nueva y juguetes de primera mano. El segundo tendrá las fotos que uno sí va a ver sin pereza al exceso y mucha de la ropa será heredada; llegará a tener juguetes hasta de los primos que crecieron años atrás.A mí Mariana (la mayor) me sembró un amor dependiente, un amor lleno de admiración por la vida y por lo que pudo ser, un amor afianzado con mi pareja, un amor enorme que apagó la llama egoísta de cualquier plan a futuro como mujer. A mí Elisa (la menor) me sembró un amor tranquilo, un amor lleno de ternura y plenitud, un amor que me hizo sentir que mi familia se había completado y que las horas que pasamos los 4 juntos son nuestro mayor tesoro, un amor que revivió las ganas de ser algo más que mamá para ganarme la admiración de ellas.
Dos amores tan distintos pero tan deliciosos, tan necesarios de complementarse uno al otro para permitirme catar sensaciones bonitas.
Dos amores que cambiarán con el tiempo y que pueden ser invertidos en otras familias pero sin duda… ¡Los amores más bonitos del planeta!
Autora del artículo: Ana María Franco, mamá de Mariana y Elisa.
“Comparto mi vida de mamá de dos niñas, las actividades, rutina e información al respecto; todo filtrado por el ? ”
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