Ser mamá es querer meter a los hijos en una urna de cristal en la que cualquier riesgo, peligro o enfermedad, se queden lejos. Pareciera estar en el ADN materno, la necesidad, no sólo de proteger, acoger y contener, sino también de prevenir, alarmar y hacer por los niños todo aquello para lo que los consideramos muy bebés todavía.
Todas las mamás queremos que nuestros hijos sean adultos autónomos e independientes pero cuando los vemos esforzarse mientras se amarran los zapatos corremos a socorrerlos porque nos da lástima no ayudarles, o peor aún porque queremos evitar que se frustren en ese intento.
Cuando dejamos de decir “pobrecito el niño”, cuando dejamos que se equivoque y lo acompañamos a enmendar el error, cuando permitimos que la vida obre de manera natural, y cuando no le decimos “mesa mala” a la mesa en la que tu hijo acaba de golpearse un dedo del pie, estamos dándole al niño su lugar y le estamos diciendo a su mente y a su corazón “tú eres capaz”.
Por eso, les comparto una lista de herramientas que puede ayudarles a permitir que sus hijos sean capaces y a soltar su desarrollo para así, potencializarlo:
- Labores de la casa: un niño de dos años puede perfectamente llevar la ropa sucia al lugar designado o repartirle servilletas a todos los comensales. Así que desde muy pequeños podemos asignar labores de la casa para que los niños aprendan a trabajar en equipo y dejen de asumir que los demás hacen las cosas por ellos.
- Hacerse cargo de sus asuntos: a medida que van creciendo, es fundamental que los niños se hagan cargo de sí mismos: que se bañen y se vistan solos, que se laven los dientes, que empaquen los juguetes que quieren llevar al paseo, que hagan su tarea y que tiendan su cama. Son actividades que les permiten conocerse a sí mismos, sus ritmos y sus preferencias.
- Pedirle un favor: pídele a tu hijo que lleve la basura al shut, que te traiga unos zapatos o que te sirva un vaso de agua, todo dependiendo de la edad, para que comprenda que entre todos nos apoyamos y nos damos gusto. Eso ayuda a que no tengamos una relación tan jerárquica y que ellos entiendan el concepto de comunidad y de equipo que queremos ser como familia.
- Preguntarle qué hacer para lograrlo: a casi todos nos cuesta no lograr o no ser capaz de algo. Como las mamás sabemos eso, les proponemos a los niños las rutas para llegar a la meta y las soluciones a cada problema que se les presenta. Lo mejor es contenernos, y antes de dar una sugerencia, preguntar qué solución o qué ruta se les ocurre a ellos. Les aseguro que se sorprenderán con las posibilidades que ellos ven.
Entonces haciendo un llamado a la coherencia, esto es una invitación a que en las actividades del día a día, permitamos que nuestros hijos se esfuercen, lo hagan a su manera, y se entrenen en lograr cada cosa que se proponen. Pues pertenecemos a una cultura matriarcal en donde, en la mayoría de los casos, las mamás hacían todo por los hijos, y vale la pena anotar que sicológicamente el mensaje que damos a un niño al que no dejamos hacer las cosas, es que no es capaz o no confiamos en que sea capaz. Y nadie quiere darle ese mensaje a la mente de su hijo.