¡Hola!
Les escribo después de más de 10 días de estar en casa con mis hijos, sin que ninguno de los 3 haya tenido contacto con el exterior. Y estamos sanos, en especial, mentalmente sanos.
Todos hemos pasado momentos de “resguardo” porque, por ejemplo, somos caseros y nos gustan los fines de semana en quietud, porque algún hijo se enferma y elegimos cuidarlo y cuidar a los demás, o porque el clima nos exige estar bajo techo. Pero esta situación es nueva para todos, ahora el resguardo es mandatorio y, sólo en algunas excepciones, el exterior y el contacto con el otro, son permitidos.
Comparto 5 recomendaciones en caso de resguardo, llámese lluvia o pandemia, para que armonicemos la vida de los adultos con las dinámicas de los niños, y para que nunca nos dejemos llevar por el pánico. Pues convivir con niños, jamás debería ser un asunto de miedo, sino más bien, de conexión.
El mito o la realidad de las rutinas:
Las rutinas, esa poderosa herramienta de crianza, no puede ser una camisa de fuerza. Y menos, en épocas de confinamiento social. Sin embargo, son necesarias algunas actividades para marcar los ritmos de la vida e impedir que en momentos de quietud, los niños pierdan noción del tiempo y la realidad.
Ojo con las agendas cronometradas que sólo le suman ansiedad a la situación, pero bienvenidos los bloques de actividades que nos permitan entender que en la mañana estamos “más académicos o cognitivos” (y los adultos “más laborales o productivos”), en las tardes somos más lúdicos y en las noches más serenos o calmados.
Mis labores vs Las labores de mis hijos:
Poder estar (o tener que estar) en casa, es un asunto que implica para los adultos varias labores dentro y fuera del entorno familiar y para los niños una novedad que puede representar ansiedad, así que hay que nombrar las actividades o labores de cada quien dentro de la dinámica transitoria. Por ejemplo: “la mamá debe trabajar en el computador por dos horas”, “mientras la mamá prepara el desayuno, los niños recogen desorden y tienden sus camas“.
Y eso toma un tiempo de repetición de esas labores, para establecerlas como rutinas o permitirse “exigirlas”, así que en principio lo mejor es ser modelo de responsabilidad frente a las labores propias, para que los niños se animen a hacerse cargo de las suyas.
Todo, con el fin de que, en algún momento de la convivencia en casa, podamos sentarnos a trabajar sin culpa, y les enseñemos a hacerse cargo de sus labores, sus dinámicas e incluso sus tedios, también sin culpa.
Las oportunidades del aislamiento:
Podríamos quejarnos indefinidamente o quedarnos en las dificultades de tener que quedarnos en casa con la restricción de contacto con los demás o con el exterior. Pero yo prefiero iluminarte algunos aprendizajes que pueden resultar de esta experiencia: Los niños aprenderán que las mamás no nos quedamos en casa durmiendo cuando ellos se van al cole, que para que la casa esté como ellos la conocen hay que cuidarla, y que para que la comida aparezca en la mesa cada noche, hay un proceso.
Es el momento, si aún no lo ha sido, de enseñarles a tender las camas, a separar la ropa sucia, o a lavar frutas y vegetales. También aprenderán a aburrirse y a salir del aburrimiento, a cansarse y recuperarse del cansancio, a sentir hambre y resolverlo. Escucharán su cuerpo y conocerán sus ritmos.
Y los adultos aprenderemos a parar y a aceptar que no tenemos el control de todo y que a veces, lo mejor que podemos hacer es exclusivamente una o dos tareas del día bien hechas. Especialmente, aprenderemos a disfrutar el presente como lo hacen los niños, y sabremos que no sólo nos sentimos agotados nosotros al estar todo el tiempo con niños, sino los niños al tener que comprender el universo adulto.
Momentos de “cada uno en lo suyo”
Ni las parejas de recién casados o nuevos novios, que tienen dopamina extra, tolerarían no separarse en ningún momento. Y un niño, desde que no sea un bebé dependiente del regazo de mamá, también necesita momentos “a solas” con la certeza de alguien que lo ama cerca. Estar sólo dentro de casa, en la cama, en el baño, en el juego, en las tareas del colegio, es fundamental para la conversación interna que sucede en su mente y para el desarrollo de la creatividad y la personalidad. Así que propicien un espacio en el que cada miembro de la familia pueda estar a solas, haciendo algo que le gusta sin interrupciones. Lo que sea que funcione en tu familia, para que cada uno tenga un espacio de “intimidad” y soledad en medio de la convivencia.
Conversaciones para empezar y terminar el día
Los niños tienen derecho a la verdad. Así que juguemos a “La Vida es Bella” en sus justas proporciones. Nada de escandalizar con que todos en algún momento nos vamos a contagiar de un virus, pero sí es obligatorio que, como adultos a cargo, le expliquemos a los niños por qué debemos quedarnos en casa cuando llueve, cuando alguno tiene síntomas de gripa o cuando la realidad mundial nos pide cuidarnos y cuidar a otros del contacto.
Conversen siempre. A la hora de levantarse pregunten por lo que soñaron y a la hora de desayunar cuéntenles a sus hijos cómo era la rutina de la mañana cuando eran niños e iban al colegio. Esas conversaciones construirán puentes de confianza para que los niños también sientan que les pueden contar si sienten angustia o cansancio en estos días, y para que nos habituemos a hablar desde la confianza y el amor SIEMPRE.
Pasará la lluvia, la gripa o la pandemia. Volveremos a las calles, a abrazar a los abuelos y al corre corre cotidiano. No hay que hacerlo todo perfecto, sino ponernos unas metas desde la serenidad y si reconocemos que podemos generar espacios para PARAR.
Comments
1 comentarioMaryury perez
Abr 10, 2020Para que dia esta estimado llegar los pedidos gracias
OFFCORSS
Abr 13, 2020Hola Maryury, para conocer esa información puedes comunicarte con nuestra línea de servicio al cliente 01 8000 18 0380. Saludos👋🏼